La administración de Joe Biden, que había prometido poner fin a la venta de cigarrillos mentolados en Estados Unidos, parece haber puesto freno a esta iniciativa.
El Secretario de Salud, Xavier Becerra, anunció que la medida tardará más de lo previsto en implementarse. Esta decisión ha generado un intenso debate, no solo por las implicaciones de salud pública sino también por el cálculo político en un año electoral. En 2009, la FDA excluyó a los cigarrillos mentolados de la prohibición de sabores en el tabaco, una decisión que ha sido ampliamente criticada. Sin embargo, en 2022, la FDA parecía decidida a rectificar esta situación, anunciando que para agosto de 2023, los cigarrillos mentolados serían eliminados del mercado. Esta medida tenía como objetivo combatir el impacto desproporcionado que el marketing de estos productos ha tenido en la comunidad negra, entre otras.
No obstante, las normas finales aún no han sido aprobadas y se encuentran pendientes en la Oficina de Administración y Presupuesto. La demora ha suscitado críticas de diversas organizaciones y líderes comunitarios, entre ellos Derrick Johnson, presidente de la NAACP, quien ha calificado la situación como un golpe bajo para la comunidad negra. Según estadísticas citadas, la prohibición de los cigarrillos mentolados podría salvar hasta 650,000 vidas en los próximos 40 años, un tercio de ellas pertenecientes a la comunidad negra. La situación actual plantea interrogantes sobre el compromiso de la administración Biden con la salud pública y su voluntad de enfrentarse a la industria tabacalera en un momento políticamente delicado. La decisión de aplazar la prohibición sugiere un juego de equilibrios entre seguir la ciencia y manejar las repercusiones políticas de tal medida.