Descubierta en 1999, esta falla inversa se extiende por zonas altamente pobladas, desde Los Ángeles hasta Orange, y ha sido la responsable de sismos que han sacudido la región.
En agosto pasado, un temblor de 4.4 grados en la escala de Richter remeció la ciudad de San Diego hasta Los Ángeles, pero no fue la falla de San Andrés la culpable. La sismóloga Lucy Jones, del Instituto Tecnológico de California (Caltech), reveló que el movimiento se originó en la falla inversa del Puente de Hills, una de las más peligrosas de la región.
Aunque una ruptura total de la falla es un evento poco común, sus consecuencias serían devastadoras. El gobierno estadounidense estima que un terremoto de gran magnitud en esta área generaría pérdidas económicas de entre 82 mil y mil millones de dólares, convirtiéndolo en uno de los desastres más costosos de la historia del país.
Las cifras son escalofriantes: expertos calculan que un sismo de más de 7.5 grados en la zona dejaría un saldo de entre tres mil y 18 mil muertos, 56 mil a 268 mil heridos, y cientos de miles de familias desplazadas, necesitando refugio temporal. Las imágenes de destrucción y caos serían una realidad tangible.
Sin embargo, la probabilidad de que un terremoto de esta magnitud se produzca en la falla del Puente de Hills es baja, aunque no imposible. En los últimos 11 mil años, se han registrado alrededor de cuatro rupturas en la falla, provocando sismos de entre 7.2 y 7.5 grados.
A pesar del riesgo, el científico Ned Field, del Centro de Terremotos del Estado de California, asegura que las probabilidades de morir en un ataque o un accidente automovilístico son mayores que por un terremoto causado por la falla del Puente de Hills.