Ambos candidatos advierten que el destino de una nación dividida depende de un resultado que aún es demasiado incierto para determinarlo. Las elecciones se perfilan tan tensas como siempre, a pesar de los sobresaltos que han vivido. La base electoral del expresidente republicano se ha fortalecido tras sufrir dos intentos de asesinato, uno en Pensilvania en julio y otro en Florida en septiembre. Por otro lado, la repentina irrupción de la vicepresidenta en la carrera, tras la retirada de Joe Biden en julio, ha devuelto la esperanza al Partido Demócrata, que temía por las malas encuestas del octogenario presidente.
Harris está empatada con Trump en las encuestas a nivel nacional, o ligeramente por delante, pero aún no ha conseguido el impulso que necesita en los estados clave. Como en 2016 y 2020, los llamados estados bisagra, como Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin, podrían decidir quién gana la presidencia. La vicepresidenta espera que Estados Unidos esté preparado para una "nueva generación" de líderes, y que el país esté listo para romper con el legado de Donald Trump.
Harris no ha profundizado en los detalles de su programa centrista, que combina una postura firme ante la inmigración ilegal, promesas de mejoras para la clase media y la defensa del derecho al aborto, un tema que genera controversia entre los republicanos. La candidata demócrata ha preferido atacar la susceptibilidad de Trump, como hizo durante el debate de septiembre con notable éxito. Lo calificó de débil y le recordó que los estadounidenses lo habían "echado" en 2020.
Trump, candidato a la Casa Blanca por tercera vez, repite la estrategia de 2016 y 2020, presentándose como un antisistema cercano al pueblo y crítico con las élites de Washington. Su campaña se basa en la lucha contra la migración ilegal, que según él "destruye" las ciudades estadounidenses. En cada uno de sus mítines, Trump pinta un panorama sombrío de un país asolado por migrantes "terroristas" y "violadores", salidos de "cárceles y manicomios".
También ataca a Harris por la inflación, acusándola de querer introducir medidas "sacadas directamente de Venezuela o de la Unión Soviética" para contrarrestar la subida de los precios. A sus mítines acuden seguidores con gorras rojas, convencidos de que Trump, condenado por un delito penal a finales de mayo, es víctima de una persecución política orquestada por los demócratas. El propio Trump ha atribuido su segundo intento de asesinato a la "retórica" de sus adversarios, mientras que los demócratas lo acusan de ser el instigador de un clima político tenso.
En vísperas de las elecciones del 5 de noviembre, la tensión política va en aumento. Los centros electorales de los condados más disputados se han convertido en fortalezas, protegidos por vallas de hierro forjado y detectores de metales. La certificación de los resultados de las elecciones presidenciales en el Capitolio, escenario del ataque de simpatizantes de Trump el 6 de enero de 2021, se hará esta vez con el mayor nivel de seguridad posible para un acto oficial. Sin embargo, se teme que la votación sea tan reñida que se tarden días, y no horas, en declarar un ganador. Trump, que nunca ha reconocido su derrota en 2020, ya ha acusado a los demócratas de "hacer trampas".