Esta declaración, pronunciada en plena recta final de la contienda electoral, ha desatado un intenso debate sobre la pertinencia de la etiqueta y sus implicaciones.
¿Pero qué es exactamente el fascismo? Esta ideología, surgida en el siglo XX, se caracteriza por un nacionalismo extremo, un culto al líder y la supresión de la oposición. Los ejemplos más conocidos son el régimen nazi de Hitler en Alemania y el fascismo italiano de Mussolini. Ambos movimientos recurrieron a la violencia, la propaganda y la construcción de un Estado autoritario para imponer su dominio.
Sin embargo, el término fascismo ha adquirido un significado más amplio en el discurso político actual, utilizándose a menudo como un término general para denunciar cualquier forma de autoritarismo, racismo o supresión de derechos. En este contexto, la acusación de Harris ha generado polémica, pues algunos la consideran una exageración que busca deslegitimar a Trump, mientras que otros la ven como una alerta sobre los peligros que representa su ideología.
La controversia se intensifica al analizar el historial de Trump. Sus declaraciones sobre la violencia contra sus oponentes, su apoyo a grupos de extrema derecha como los Proud Boys y su negación de la derrota electoral en 2020, han alimentado la preocupación de que su presidencia pueda tener características fascistas.
No obstante, hay expertos que dudan en aplicar la etiqueta de "fascista" a Trump, argumentando que su ideología no se ajusta plenamente a la definición histórica del término. Destacan que, a pesar de sus tendencias autoritarias, no ha logrado convertir al Partido Republicano en un partido único ni ha implementado medidas de represión tan drásticas como los regímenes fascistas clásicos.
El debate sobre el fascismo en la política estadounidense contemporánea es complejo y no tiene una respuesta fácil. Lo que sí es evidente es que la acusación de Harris ha abierto una discusión sobre la naturaleza de la democracia estadounidense y los peligros que acechan a sus instituciones.