En un mitin reciente en Tempe, Arizona, el ex presidente presentó su visión sobre la situación actual, describiendo un panorama de caos e inseguridad, con la nación convertida en un "basurero" para el mundo.
Donald Trump se centró en la inmigración como el principal responsable de la crisis, culpando directamente a la actual administración por la llegada de inmigrantes indocumentados, a quienes describió como una "invasión".
Su discurso fue un cóctel explosivo de retórica incendiaria y promesas de acción contundente. Trump se apoyó en anécdotas sobre delitos cometidos por inmigrantes indocumentados para alimentar la percepción de un creciente problema de seguridad. "Las decisiones de este gobierno han generado una crisis sin precedentes", declaró Trump, "y nosotros debemos tomar medidas drásticas para detenerla".
En su propuesta para combatir la "invasión", Trump planea:
- Eliminar las "ciudades santuario": Aquellas que no cooperan con la ley federal para detener y deportar a inmigrantes indocumentados.
- Reinstauración de la política "Quédate en México": Que obliga a los solicitantes de asilo a permanecer en México mientras esperan sus audiencias.
- Aumentar la presencia de agentes de la patrulla fronteriza: Proponiendo la contratación de 10,000 nuevos efectivos.
Además de sus promesas de acción en la frontera, Trump no dudó en arremeter contra líderes estatales como Gavin Newsom, gobernador de California, a quien calificó de "el peor". También criticó a Jared Polis, gobernador de Colorado, acusándolo de ineficacia para combatir la violencia pandillera que, según Trump, está ligada a la inmigración.
La inmigración sigue siendo un tema altamente polarizador en Estados Unidos, y las declaraciones de Trump, aunque cargadas de una retórica incendiaria, reflejan la realidad de un debate que, a menos de dos semanas de las elecciones, continúa dividiendo a la nación.