En la arena política estadounidense, la batalla por la Casa Blanca se libra en terrenos estratégicos conocidos como "estados péndulo". Estos estados, con un electorado volátil, pueden inclinar la balanza hacia un partido u otro, determinando el futuro del país y en este juego de ajedrez político, Pensilvania emerge como un tablero crucial.
Con sus 19 votos electorales, el estado se ha convertido en un campo de batalla donde los dos principales partidos, demócrata y republicano, han volcado millones de dólares en campañas publicitarias.
Un Estado Divisivo
Pensilvania, con su población mayoritariamente blanca no hispana de clase trabajadora, ha sido tradicionalmente un terreno fértil para el mensaje de Donald Trump. Sin embargo, la comunidad judía en el estado ha demostrado ser un factor clave en el resultado electoral.
En 2020, Joe Biden logró un estrecho triunfo en Pensilvania, obteniendo el 50% de los votos frente al 49% de Trump. Este resultado refleja la fragilidad del escenario político en el estado, donde la victoria puede depender de pequeños márgenes.
Cabe destacar que desde 1948, ningún demócrata ha llegado a la Casa Blanca sin ganar Pensilvania. Además, el candidato ganador en ese estado ha sido electo presidente en 10 de las últimas 12 elecciones presidenciales.
La importancia de Pensilvania no se limita a la elección presidencial. El estado también es un punto estratégico en las elecciones legislativas, donde el control del Congreso se debate en cada ciclo electoral.
La batalla por Pensilvania se intensifica con cada elección, y su resultado puede definir el rumbo de Estados Unidos por los próximos años. Los ojos del país están puestos en este estado, esperando con expectativa el veredicto de las urnas.