El documento, que reemplaza a la versión anterior de 2020, especifica que la decisión de utilizar armas nucleares recae exclusivamente en el presidente de la Federación Rusa, quien también ejerce como comandante supremo de las Fuerzas Armadas. La doctrina señala que un ataque convencional que represente “una amenaza crítica para la soberanía y (o) integridad territorial” de la Unión Estatal Rusia-Bielorrusia podría justificar una respuesta nuclear.
Además, se amplía la definición de “ataque conjunto” para incluir agresiones de países sin armamento nuclear, pero que cuenten con el respaldo de potencias nucleares. Este aspecto es visto como una advertencia directa a Estados Unidos y la OTAN, especialmente en el contexto del conflicto en Ucrania.
Entre los puntos destacados de la doctrina, se menciona que Rusia podría recurrir a sus armas nucleares en respuesta a un “ataque masivo” que involucre aviones de guerra, misiles de crucero, drones y otros dispositivos no tripulados que violen su espacio aéreo. Por primera vez, se hace referencia explícita a los drones, un recurso que ha cobrado relevancia en los conflictos modernos.
La doctrina también contempla medidas de disuasión nuclear si un potencial adversario cuenta con sistemas de defensa antimisiles o si se producen cambios en las alianzas militares que acerquen la infraestructura militar a las fronteras rusas. En particular, se menciona la necesidad de actuar ante acciones que busquen “el aislamiento de parte del territorio de Rusia”, lo que podría incluir bloqueos a vías de comunicación esenciales.
Es importante señalar que, a pesar de la nueva doctrina, no se prevé un aumento inmediato en el arsenal nuclear de Rusia ni un ensayo nuclear inminente. Sin embargo, el Kremlin ha estado preparando un polígono militar en Nueva Zembla, donde se realizó el último ensayo atómico soviético en 1990. Dmitri Peskov, portavoz presidencial, afirmó que “los fundamentos actualizados de la política de disuasión nuclear han sido publicados oportunamente”, en un momento crítico para la seguridad regional.
La aprobación de esta doctrina se produce en un momento en que las tensiones entre Rusia y Occidente han alcanzado niveles alarmantes, coincidiendo con el milésimo día de combates en Ucrania. Este desarrollo también se da en un contexto donde el presidente de EE.UU., Joe Biden, ha tomado decisiones estratégicas en la región fronteriza de Kursk, lo que podría complicar aún más las relaciones entre las potencias nucleares.