Pero, ¿qué hace a estos buñuelos tan especiales? Más allá de su sabor crujiente y dulce, es la simpleza de su preparación y la posibilidad de personalizarlos lo que los convierte en un clásico. Para esta receta, los ingredientes son básicos y fáciles de encontrar en cualquier despensa mexicana:
- 2 tazas de harina de trigo
- 1 cucharadita de polvo para hornear
- 1 pizca de sal
- 2 cucharadas de azúcar
- 1 huevo
- 1/4 de taza de mantequilla derretida
- 1/2 taza de leche (ajustable según la textura)
- Aceite vegetal para freír
Para el toque dulce, puedes elegir entre:
- Una mezcla de 1 taza de azúcar y 1 cucharada de canela en polvo.
- Un jarabe de piloncillo, para un sabor más intenso y tradicional.
La preparación es sencilla, pero requiere un poco de paciencia. Primero, se mezclan los ingredientes secos, luego se añaden el huevo, la mantequilla y la leche, amasando hasta obtener una masa suave. "Déjala reposar 30 minutos," se recomienda en la receta original, para que la masa se desarrolle y los buñuelos queden más esponjosos.
Después, se forman discos delgados con la masa y se fríen en aceite caliente hasta que adquieran un color dorado crujiente. Finalmente, se espolvorean con la mezcla de azúcar y canela o se bañan en jarabe de piloncillo mientras aún están calientes.
Servirlos con aguamiel, café, chocolate caliente o atole, es una costumbre familiar que ha pasado de generación en generación, convirtiendo a estos buñuelos en más que un postre; un símbolo de la unión y la alegría de las fiestas. Más allá de la receta, la clave reside en compartir el proceso. Involúcrate con tu familia en la preparación, disfruta de los aromas y el ambiente festivo que crea la cocina llena de esa magia navideña.