Mucho se habla de remedios caseros para combatir los molestos síntomas del resfriado común. Uno de ellos, con una larga tradición en hogares mexicanos, es el caldo de pollo. Pero, ¿qué hay detrás de su eficacia aparente? No se trata de una cura milagrosa, sino de un aliado que facilita la recuperación.
Más allá de la tradición, la ciencia apoya algunas de sus bondades. "Estudios sugieren que el caldo de pollo contiene compuestos con propiedades antiinflamatorias," explica experta. Estos compuestos, junto con las vitaminas y minerales de los ingredientes, como el pollo, zanahorias, apio, cebolla y ajo, actúan sinérgicamente. La vitamina C, el zinc y el selenio presentes en las verduras, por ejemplo, aportan un pequeño refuerzo al sistema inmune, aunque no sustituyen tratamientos médicos.
Su efectividad se basa en varios factores. La hidratación es clave durante un resfriado, especialmente si hay fiebre. El caldo, consumido caliente, contribuye a esto, y el vapor ayuda a descongestionar las vías respiratorias. Además, su textura suave y fácil digestión lo convierte en un alimento ideal cuando el apetito disminuye, aportando proteínas y calorías ligeras necesarias para mantener la energía.
El caldo casero, además, es altamente personalizable. Puedes añadir tus especias favoritas, o incluso variar las verduras según la temporada.
- Ingredientes base: 1 pollo (o piezas), 2 zanahorias, 2 ramas de apio, 1 cebolla, 2 dientes de ajo, 1 ramita de perejil o cilantro, sal y pimienta.
- Preparación sencilla: Limpiar el pollo, pelar y cortar las verduras. Hervir todo junto, reducir el fuego y cocinar durante 1-2 horas. Agregar sal y pimienta al gusto.
Recuerda que el caldo de pollo es un complemento, no un sustituto de un tratamiento médico. Ante síntomas graves, la consulta con un profesional de la salud sigue siendo esencial. En definitiva, el caldo de pollo representa una opción reconfortante y nutritiva, una muestra de la sabiduría culinaria que se refleja en la medicina tradicional mexicana.