El viernes 10 de enero de 2025, Nicolás Maduro juramentaba como presidente de Venezuela para un tercer mandato de seis años, extendiendo su gobierno hasta 2031. Este evento, realizado en el Palacio Legislativo fuertemente custodiado, se convirtió en el centro de una controversia internacional.
Maduro, en un discurso encendido, acusó a la oposición de intentar convertir su investidura en una “guerra mundial” y celebró lo que calificó como “una gran victoria venezolana”. Señaló directamente a Estados Unidos y a otras potencias internacionales como responsables de los ataques contra su gobierno, prometiendo la garantía de “paz y soberanía nacional”. Declaró: “Hoy más que nunca siento el peso del compromiso, el poder que represento, el poder que la Constitución me otorga. No he sido nombrado presidente por el gobierno de los Estados Unidos, ni por los gobiernos proimperialistas de Latinoamérica.”
Sin embargo, la legitimidad de su victoria electoral es cuestionada por una gran parte de la comunidad internacional. La oposición, con el apoyo de organizaciones como el Carter Center, presentó actas de votación de más del 80% de las máquinas, publicadas en línea, que supuestamente muestran una victoria contundente de su candidato, Edmundo González, con el doble de votos que Maduro. Expertos electorales, autorizados a observar el proceso, corroboraron la autenticidad de estas actas.
La respuesta internacional a la juramentación de Maduro no se hizo esperar. La Unión Europea impuso sanciones a 15 altos funcionarios venezolanos involucrados en las elecciones de 2024, incluyendo a miembros de la Corte Suprema y del Consejo Electoral. Estados Unidos, por su parte, también anunció nuevas sanciones contra funcionarios clave del gobierno, incluyendo al presidente de la petrolera estatal.
Previo a la investidura, la líder opositora María Corina Machado, quien había permanecido oculta durante meses, fue detenida brevemente por las fuerzas de seguridad, según sus colaboradores. Machado, prohibida de participar en la contienda electoral, había encabezado una marcha para exigir la juramentación de González. Su arresto provocó la condena de líderes en América y Europa, incluyendo al entonces presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, quien a través de Truth Social expresó su apoyo a Machado y González: “¡Estos luchadores por la libertad no deben ser dañados y DEBEN mantenerse SEGUROS y VIVOS!”
Mientras que los simpatizantes de Maduro celebraban en las calles, la controversia sobre la legitimidad del proceso electoral, las denuncias de fraude y la represión violenta contra la oposición, seguían generando un clima de incertidumbre política. El número de asistentes a la ceremonia de juramentación, incluyendo a mandatarios de países aliados como Nicaragua y Cuba, quedó sin precisar oficialmente.
La situación de Rafael Tudares, yerno de González, quien fue presuntamente secuestrado en Caracas, agregó otro capítulo a la tensa situación política, con acusaciones cruzadas entre el gobierno y la familia del opositor. La hija de González, Mariana González de Tudares, planteó una inquietante interrogante: “¿En qué momento ser familiar de Edmundo González Urrutia se convirtió en un delito?”
El futuro político de Venezuela, tras la controvertida juramentación de Maduro, permanece incierto.