Un reporte al 911, una llamada desesperada por la ausencia de un hombre, desencadenó una investigación que desenterraría una historia escalofriante. El protagonista de esta historia, José Portillo, de 55 años, era el superintendente del edificio ubicado en la 70th Ave., cerca de la 137th St. Su trabajo, rutinario para muchos, lo llevó a visitar el apartamento de Sandra Coto Navarro, de 48 años, esa mañana. Portillo acudió a cobrar una deuda considerable: alrededor de $24,000 dólares en renta atrasada, un monto que, según las autoridades, la inquilina y su esposo habían acumulado durante años.
Las cámaras de seguridad del edificio registraron la entrada de Portillo al apartamento, pero nunca su salida. Este detalle, aparentemente menor, se convertiría en una pieza clave en la investigación. Horas más tarde, la policía, alertada por la inquietud del hermano de la víctima, llegó al lugar. La situación, inicialmente ambigua, se tornó sombría cuando la búsqueda condujo al hallazgo de un cuerpo escondido bajo una cama.
Envolto en dos bolsas de basura, el cuerpo de Portillo fue encontrado intacto. Para preservar la escena del crimen, los agentes optaron por no abrir las bolsas, confiando la delicada tarea de extraer el cuerpo a los forenses de la ciudad. La Oficina Forense (OCME) se encuentra actualmente realizando la autopsia para determinar la causa exacta de la muerte. Mientras tanto, Coto Navarro ha sido arrestada y acusada de homicidio, manipulación de pruebas físicas y posesión ilegal de armas. Su esposo también fue detenido para ser interrogado, pero hasta el momento no enfrenta cargos.
El vecindario, conmocionado por la noticia, recuerda a Portillo como una persona amable y trabajadora. Un vecino, Elliot, de 43 años, describió al superintendente como “increíble”, destacando la acumulación de avisos de alquiler vencido en la puerta del apartamento de Coto Navarro. La tragedia ha dejado una huella profunda en la comunidad, contrastando con la apariencia pacífica del edificio y recordando la compleja realidad que a veces se esconde tras las paredes de los apartamentos de la ciudad.
La investigación continúa, y las autoridades se encuentran analizando toda la evidencia recopilada, incluyendo las imágenes de vigilancia y los testimonios de los residentes. Mientras tanto, la familia y amigos de José Portillo lloran su pérdida, sumidos en la incertidumbre y esperando respuestas a las preguntas que aún persisten.