El accidente del vuelo de Jeju Air, un Boeing 737-800, ocurrido el 29 de diciembre en Corea del Sur, dejó un saldo lamentable: la pérdida de casi todas las vidas a bordo. Inicialmente, la falla en el despliegue del tren de aterrizaje se presentó como la principal hipótesis.
Pero el informe preliminar, publicado recientemente, revela un elemento crucial: la presencia de restos de aves en ambos motores del avión. “Las muestras fueron enviadas a organizaciones especializadas para análisis de ADN, y una organización nacional las identificó como pertenecientes a cercetas del Baikal,” señala el reporte. Esta ave migratoria, según expertos, podría haber impactado contra el avión a una velocidad considerable.
La coincidencia temporal es relevante. Dos minutos antes de la señal de socorro del piloto, los controladores aéreos alertaron sobre la posible presencia de aves en la trayectoria de vuelo. La caja negra, lamentablemente, dejó de grabar cuatro minutos antes del impacto, dejando un vacío en la reconstrucción de los últimos momentos del vuelo.
Otro factor que complica el panorama es la estructura de concreto al final de la pista del Aeropuerto Internacional de Muan. Se ha sugerido que esta estructura, parte del sistema de guía de aterrizaje, pudo haber empeorado el impacto y las consecuencias del accidente. Algunos expertos abogan por el uso de materiales más ligeros en estas estructuras para minimizar el daño en casos de impacto.
El informe, aunque preliminar, plantea más interrogantes que respuestas. La colisión con las aves, la falla del tren de aterrizaje, la estructura de concreto… ¿Elementos independientes o piezas de un mismo rompecabezas? La investigación continúa, buscando unir cada una de las piezas para reconstruir el curso de los eventos y determinar las causas del trágico accidente.