La tarde, inicialmente soleada y tranquila, fue gradualmente ganando intensidad. Desde las 3 de la tarde, una multitud – cientos de personas según los reportes – comenzó a congregarse. No era un evento deportivo, ni un concierto, sino una manifestación de peso. La causa: la nueva política migratoria del gobierno de Donald Trump.
Entre los manifestantes, un rostro se destacaba. Judith, una de las asistentes, compartió con valentía su sentir: "No todos somos criminales, en todas las razas hay criminales. No sólo porque tengo la piel morena, los ojos marrones y el pelo negro, no somos criminales por nuestra apariencia". Sus palabras, cargadas de emoción y resonando con la frustración de muchos, encapsulaban el espíritu de la protesta.
La manifestación, que se extendió por horas, no se limitó a Dallas. En Fort Worth, ciudad vecina, se registraron protestas similares, un reflejo de la preocupación generalizada en el norte de Texas. Las redes sociales jugaron un papel crucial en la organización del evento, amplificando las voces de quienes se oponen a las políticas migratorias y tejiendo una red de apoyo y solidaridad.
El foco principal de la inconformidad reside en el incremento de las operaciones de control de inmigración en todo el país, con especial énfasis en Texas. La preocupación principal se centra en la posibilidad de detenciones masivas, incluyendo personas sin antecedentes penales. El temor es palpable: la promesa de campaña de Trump de endurecer las leyes migratorias se está materializando con rapidez. Este contexto hace aún más significativo el movimiento ciudadano expresado en las calles de Dallas y Fort Worth.
El evento, aunque con una carga emotiva considerable, se desarrolló de manera pacífica. Los manifestantes, con sus pancartas y cánticos, expresaron su inconformidad de manera contundente. La respuesta de las autoridades y el impacto a largo plazo de estas manifestaciones aún se encuentran en desarrollo.