En Newark, Nueva Jersey, la tensión se palpó el pasado 23 de enero en un restaurante de mariscos. Según se reporta, agentes del ICE irrumpieron en el establecimiento, no por la entrada principal, sino a través de la puerta de empleados, generando una escena de pánico.
"Entraron por la puerta de empleados, nos tomaron completamente por sorpresa," relata un testigo, cuyo cuñado fue detenido. La descripción de los eventos pinta un cuadro caótico: empleados corriendo, algunos logrando escapar, mientras otros enfrentaban el interrogatorio de los oficiales.
El procedimiento, según los testimonios, fue directo: se solicitó identificación a cada empleado. Quienes no la portaban, o no contaban con la documentación necesaria, fueron arrestados. La sensación de vulnerabilidad, de estar a merced de una acción intempestiva, es un sentimiento compartido por muchos.
Una migrante entrevistada por el mismo medio expresaba su temor: "Hay mucha gente que ya no quiere salir a trabajar. Yo he trabajado duro, he pagado impuestos, y perder todo sin derecho a defensa sería horrible". Su testimonio refleja el clima de ansiedad que se vive en varias comunidades.
La situación evidencia la complejidad y la fragilidad de la vida para muchos inmigrantes en Estados Unidos. La falta de aviso previo y el acceso por una zona restringida suscitan interrogantes sobre el apego a los protocolos establecidos.