Ohtani: Jonrón en Tokio electrifica al Domo

Había una expectación colectiva, un silencio expectante antes de la tormenta.
El protagonista de esta electrizante escena era Shohei Ohtani, el astro japonés de los Dodgers de Los Ángeles, de regreso a su país natal. Su aparición en el terreno de juego, antes de cada turno al bate, desataba una ola de rugidos ensordecedores que parecían sacudir los cimientos del domo. “Es un poco ridículo,” comentó su compañero de equipo, Tommy Edman, describiendo la atmósfera como “un videojuego” donde Ohtani juega en una liga aparte.
La presión era inmensa, algo que incluso el manager Dave Roberts reconoció al percibir las emociones de Ohtani, especialmente durante el himno nacional. La imagen del jugador parecía omnipresente, adornando innumerables vallas publicitarias y pantallas gigantes. A pesar de admitir cierto nerviosismo el martes, Ohtani se mostró más relajado el miércoles.
Y entonces, llegó el momento. Frente a Nate Pearson de los Cachorros de Chicago, Ohtani conectó un jonrón solitario que envió a la pelota a lo profundo del jardín derecho-central. La euforia fue instantánea. “Estaba feliz de haber podido conectar un jonrón contra un pitcher bastante bueno,” dijo Ohtani tras el batazo. El jonrón, luego de una revisión del umpire, dio a los Dodgers una ventaja de 6-2.
Este batazo no fue un hecho aislado. Ohtani ya había conectado un jonrón en un juego de exhibición previo contra los Yomiuri Giants. Roberts, al referirse a Ohtani, dijo: “Si alguna vez hay un superhéroe, creo que Shohei parece una superestrella. En los juegos más importantes, en los momentos más grandes, siempre parece cumplir”.
El juego culminó con una victoria de los Dodgers 6-3, barriendo la serie de dos partidos en Tokio. Ohtani terminó la serie con un impresionante registro de 5-2, incluyendo un doble y un sencillo en el primer juego. Aunque recibió dos boletos intencionales, uno de ellos con corredores en base, su actuación dejó una marca imborrable en la memoria de los aficionados japoneses.
Más allá del resultado, la serie en Tokio representó para Ohtani un retorno triunfal a su tierra natal, una experiencia inolvidable para él y sus compañeros. Un niño de diez años, afortunado receptor del jonrón, se convirtió en el testigo de un momento histórico en la historia del béisbol, capturado en la memoria colectiva de miles de fanáticos.