Turkmenistán: La dictadura que prohíbe internet y la ópera

El nombre Saparmurat Niyazov quizás no te suene familiar, pero este ex-líder, autodenominado "Türkmenbaşy" (Padre de los Turkmenos), gobernó con puño de hierro desde la independencia del país en 1991. Su legado, marcado por un culto a la personalidad sin precedentes, dejó una profunda huella en la nación. "El Ruhnama, su obra escrita, era obligatoria en escuelas, universidades y hasta para obtener una licencia de conducir", recuerdan algunos testigos de esa época.
Su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedow, minimizó algunas de las excentricidades de Niyazov, pero el sistema autoritario permaneció intacto. Se autoproclamó "Arkadag" (Protector) e incluso apareció en un video oficial como DJ. Sus extravagancias incluyeron la composición de poemas dedicados a los caballos Akhal-Teke, declarados patrimonio nacional, y la prohibición de cambiar los nombres de estos animales.
La sucesión no trajo cambios sustanciales. En 2022, Serdar Berdimuhamedow, hijo de Gurbanguly, asumió la presidencia en unas elecciones con una participación oficial del 97% y un resultado del 72,97%, según la agencia estatal TDH. Esta cifra, sin la presencia de observadores internacionales, refleja la naturaleza del régimen.
Las restricciones en Turkmenistán son notables:
La realidad de Turkmenistán, un país rico en recursos naturales pero pobre en libertades, sigue siendo un enigma para el mundo. Un régimen hermético, donde la opulencia de unos pocos contrasta con la opresión y la falta de oportunidades para muchos.