Su nombre, derivado del náhuatl "tepachoa", que significa "prensado con piedra", nos remite a sus orígenes, donde el ingrediente principal era el maíz. Actualmente, la receta más popular utiliza la piña, pero su versatilidad permite preparaciones con otras frutas como la guayaba, manzana, tuna o naranja. Su elaboración es sencilla: cáscaras de fruta, piloncillo y agua, dejados en reposo durante cinco o seis días. El resultado: una bebida ligeramente ácida, con un toque dulce y una sutil graduación alcohólica, similar a una cerveza artesanal.
Pero, ¿qué tan recomendable es tomarlo a diario? Aquí es donde la cosa se pone interesante. Si bien se le atribuyen beneficios probióticos gracias a su proceso de fermentación, su consumo debe ser moderado. El contenido de alcohol, generalmente entre 1% y 5%, varía según la fermentación. Para adultos sanos, el consumo moderado podría ser de hasta una o dos copas al día (aproximadamente 240-480 ml), siempre considerando la baja graduación alcohólica.
Sin embargo, es crucial considerar algunos aspectos:
- Alto contenido de azúcar: El uso tradicional de piloncillo implica una alta concentración de azúcar, factor a considerar para personas con diabetes o vigilando su ingesta calórica.
- Fermentación y alcohol: Una fermentación prolongada puede incrementar el contenido alcohólico, haciendo necesario un consumo aún más responsable.
- Beneficios probióticos: Aunque la fermentación aporta probióticos beneficiosos para la salud intestinal, el consumo excesivo puede causar malestar estomacal.
En resumen, el tepache, más allá de su delicioso sabor, representa una tradición mexicana rica en historia y matices. Su consumo, como cualquier bebida fermentada, debe ser consciente y moderado, para disfrutar de sus cualidades sin comprometer la salud.
