Una ola de solidaridad se ha extendido, manifestándose de diversas maneras, pero una en particular ha llamado la atención: un paro de labores sin precedentes. Fernando Fuentes y su esposa, dueños de una empresa de limpieza recién establecida, decidieron unirse a la protesta. Su decisión, de detener completamente sus operaciones entre el 10 y el 18 de enero, refleja el sentir de muchos. No se trata solo de una protesta, sino de una declaración contundente sobre la importancia de la mano de obra migrante en la economía estadounidense. “Sin migrantes, el país se paraliza,” afirma Fuentes en una entrevista a MILENIO.
La iniciativa, impulsada por diversas organizaciones pro migrantes con alcance en estados como California, Nueva York y Texas, reunió a al menos 500 personas con sus familias. Entre los rostros más visibles de la convocatoria se encuentra Elvira Arellano, activista migrante en Chicago, quien conoce de primera mano las dificultades de la deportación y la lucha por la regularización. “La mayoría de la clase trabajadora en Illinois trabaja en fábricas, centros comerciales, cuidando personas de la tercera edad… limpiando casas, en restaurantes de comida rápida,” explica Arellano.
El temor ante las posibles deportaciones masivas amenazadas por Tom Homan, el nuevo zar de la frontera designado por Trump, es palpable. Arellano, al igual que muchos, se muestra preocupada por el futuro, pero también decidida a luchar. “Yo no sé si el día de mañana seré deportada, por eso es importante esta lucha,” admite con firmeza.
María Molina, originaria de Puebla y con 20 años en Chicago, comparte su historia. Su experiencia trabajando en fábricas, estadios, limpieza… refleja la amplia gama de trabajos que realizan los migrantes. “Nosotros los mexicanos hemos sacado este país adelante,” declara con orgullo.
La protesta incluyó a migrantes con y sin documentos, residentes, y ciudadanos con doble nacionalidad, incluso personas de Honduras, El Salvador, Venezuela y Jamaica. Luis Calderón, originario de Guanajuato y dedicado a la construcción, explica que su participación se debe a la necesidad de recordar la contribución económica y social de los migrantes. “Estamos ayudando al país económicamente, enviando las remesas… venimos aquí por un mundo mejor para nuestras familias,” confiesa.
Se espera que esta acción se replique el 1 de mayo, con una mayor organización y alcance geográfico, reflejando la resiliencia y la unidad de la comunidad migrante ante los desafíos futuros.