Marco Ibarra llegó a Tijuana en busca de su hijo, Gustavo Ibarra Peña, un joven de 17 años que migró solo desde Puebla con la esperanza de encontrar un empleo bien remunerado. Diez días después de su partida, su padre viajó a la frontera con la esperanza de localizarlo y asegurarse de que estuviera a salvo.
Su primer destino fue el albergue federal “Flamingos”, donde las autoridades resguardan a migrantes mexicanos deportados de Estados Unidos, pero su hijo no se encontraba allí. La incertidumbre y el miedo se han apoderado de Marco, quien teme por la seguridad de Gustavo, pues es menor de edad y nunca ha estado lejos de su hogar.
“No lo encuentro, me preocupa mucho, tampoco traigo mucho dinero para andar de arriba para abajo, le pido al gobierno que me eche la mano”, expresó el padre, visiblemente angustiado. Su mayor temor es que su hijo haya quedado en una situación vulnerable en una ciudad donde la migración es un fenómeno complejo y lleno de riesgos.
Mientras tanto, Marco continúa su búsqueda con la esperanza de recibir apoyo de las autoridades o de personas solidarias que puedan darle información sobre el paradero de su hijo. Su historia refleja la angustia de muchas familias que enfrentan la incertidumbre y el peligro que conlleva la migración en solitario.