Golfo de Panamá enfrenta colapso ecológico sin precedentes en 2025

En 2025, por primera vez en la historia registrada, el mar se quedó quieto. El esperado fenómeno de afloramiento estacional —ese ascenso de aguas frías que marca el ritmo de la vida marina— simplemente no ocurrió.
Los científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) fueron los primeros en dar la alarma: los vientos alisios del norte, responsables de activar este ciclo, se debilitaron drásticamente. Y sin vientos, no hubo movimiento. Las aguas permanecieron cálidas, los nutrientes no llegaron a la superficie y la productividad del océano se desplomó.
Las consecuencias no tardaron en sentirse. Los corales quedaron más expuestos al calor, sin la protección del agua fresca. Las pesquerías vieron disminuir su sustento natural, y con ello creció la incertidumbre para las comunidades costeras que dependen de ellas.
Un mapa satelital lo confirmó: en febrero, las concentraciones de clorofila —señal de vida microscópica en el mar— estaban en mínimos históricos, tiñendo de azul pálido un mar que usualmente brillaba de rojo intenso por su abundancia.
“Es la primera vez en al menos 40 años que este ciclo se rompe”, advirtieron los investigadores en la revista PNAS. Y con ello, dejaron clara una lección: los sistemas tropicales, pese a su importancia, son extremadamente vulnerables y aún poco monitoreados.
El hallazgo no solo es un dato científico; es una advertencia. Si el océano deja de cumplir con sus rituales ancestrales por culpa de la inestabilidad climática, ¿qué otras sorpresas esperan a las costas del trópico?
Por ahora, la ciencia busca respuestas, y las comunidades esperan que el mar, en su próximo verano, vuelva a cumplir su promesa.