El caso de Sinéad O’Connor, la icónica cantante irlandesa fallecida a los 56 años en julio de 2023, no es la excepción. Su patrimonio, estimado en 1,4 millones de libras esterlinas (aproximadamente USD 1,75 millones después de deducciones), es solo una parte de la historia. Los documentos de su testamento, obtenidos por The Sun, revelan detalles fascinantes sobre sus deseos finales.
Según el testamento, firmado en 2013, sus tres hijos heredarán su fortuna. Pero la gestión de su legado musical es lo que llama la atención: “Indico que después de mi muerte, y a discreción de cualquiera de mis hijos que tengan más de 18 años, mis álbumes deben ser lanzados para ‘ordeñarlos por lo que valgan’”, escribió la artista en su testamento. Una frase cruda, sin duda, pero que refleja su pragmatismo y la intención de asegurar el futuro financiero de sus hijos.
El documento también especifica otros detalles: la dispersión de sus cenizas, a decisión de sus hijos; su colección de guitarras para su hijo menor, Yeshua Bonadio; y sus objetos religiosos para Shane Lunny O’Connor, el hijo que lamentablemente falleció en 2022 a los 17 años. Una pérdida que marcó profundamente los últimos años de la cantante, según se ha mencionado en reportes de la prensa.
John Reynolds, su exmarido y productor musical entre 1987 y 1991, ha sido designado como albacea. Un dato relevante, considerando su cercana relación con O'Connor tanto en su vida personal como profesional. De hecho, Reynolds fue quien registró oficialmente su fallecimiento en Londres.
La causa de muerte, revelada recientemente, fue atribuida a una “exacerbación de enfermedad pulmonar obstructiva crónica y asma bronquial, junto con una infección de las vías respiratorias bajas de grado bajo”, según el Irish Independent. Una muerte natural, que pone fin a las especulaciones iniciales.
El legado de O’Connor, sin embargo, sigue generando debate. El homenaje del Museo Nacional de Cera en Dublín, con una figura de cera que fue retirada rápidamente tras las críticas por su falta de parecido, es un ejemplo de ello. El documental Nothing Compares, por otro lado, ha ofrecido una visión más completa de su vida y su lucha por los derechos de los oprimidos.
La historia de Sinéad O’Connor es más que una simple sucesión de bienes; es un reflejo de una vida intensa, llena de altibajos y un impacto cultural que perdura en el tiempo, dejando una herencia más allá de lo material.