Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han emitido una advertencia sobre el aumento del riesgo de infección por *Bartonella quintana*, conocida como fiebre de las trincheras. Esta enfermedad, que afecta principalmente a personas sin hogar y a receptores de trasplantes de órganos, puede desencadenar síntomas severos, incluyendo fiebre alta, dolor en los huesos y lesiones en la piel. En situaciones críticas, la infección puede derivar en endocarditis, una complicación que afecta las válvulas cardíacas y puede ser mortal.
La transmisión de esta bacteria ocurre a través de las heces de los piojos del cuerpo, parásitos que prosperan en condiciones de hacinamiento y falta de higiene. Las comunidades más afectadas son aquellas que carecen de acceso a servicios básicos, lo que las convierte en un blanco fácil para esta enfermedad. Un estudio reciente de los CDC reveló casos alarmantes en Nueva York, donde cinco personas sin hogar contrajeron la infección, resultando en dos muertes. Además, se reportaron infecciones en receptores de trasplante de riñón que habían recibido órganos de donantes con antecedentes de falta de hogar.
La dificultad para diagnosticar *Bartonella quintana* radica en su crecimiento lento, lo que puede llevar a que pase desapercibida durante largos períodos. Esto es especialmente preocupante en receptores de trasplantes, cuyos sistemas inmunitarios están comprometidos, aumentando el riesgo de complicaciones graves. La propagación de esta enfermedad se ve facilitada en áreas con alta vulnerabilidad social, donde la falta de higiene es un problema constante.
En respuesta a esta crisis, algunas ciudades estadounidenses, como San Francisco y Los Ángeles, han implementado iniciativas como duchas móviles y servicios de lavandería para mitigar la propagación de los piojos del cuerpo. Sin embargo, los expertos advierten que estas medidas son insuficientes para abordar el problema de manera integral. La escasez de recursos y la infraestructura deficiente agravan la situación, haciendo que la lucha contra la fiebre de las trincheras sea aún más desafiante.
Los CDC han instado a los centros de salud y hospitales a prestar atención especial a las personas expuestas a estas condiciones, sugiriendo que se considere la fiebre de las trincheras en los diagnósticos de pacientes sin hogar o receptores de trasplantes. Además, se recomienda que se indague sobre el historial de vivienda de los donantes de órganos, dado el alto riesgo de contagio en aquellos que viven en condiciones precarias.
El aumento del número de personas sin hogar en Estados Unidos, que ha crecido un 9.7% en el último año, ha exacerbado las condiciones para estas poblaciones vulnerables, haciéndolas más susceptibles a enfermedades como la fiebre de las trincheras. Esta situación resalta la necesidad urgente de abordar las desigualdades en salud y mejorar el acceso a servicios médicos para las comunidades marginadas.