Pozole de trigo sabrosa tradición familiar

Caborca.
La familia Noriega Bracamontes tiene más de medio de siglo preparando, cada año, este alimento, al terminar la zafra del trigo.
Una de las familias fundadoras de Caborca, y de más recio arraigo en el municipio y la región, recién acaban de hacer su tradicional reunión de final de levantamiento de cosecha de trigo; y como cada año, este no fue la excepción para volver a reunirse en el rancho La Calera, donde con singular alegría se concentraron más de 100 familiares, amigos y uno que otro ‘colero’; y que mejor motivo para agarrar la pachanga, hasta otro día, debajo de los mezquitones, con unas sudorosas cervezas entre sus manos, las cuales no soltaban mientas bailaban, aun y cuando las péchitas de los mezquites, que ya están ruidosas y secas, les estorbaban cuando golpeteaban su sombreros de palma o de lona, que son la típica usanza de los hombres ‘bragaos’ de Caborca.
Fueron dos de las hermanas Noriega Bracamontes, en este caso Luz Alicia y Magdalena; una residente de Hermosillo y la otra de Caborca, respectivamente, quienes explicaron minuciosamente, mientras revolvían el valioso y nutritivo contenido de tres humeantes ollas de peltre, el procedimiento único que tienen para darle tan distinguido sabor, aun y cuando el humo de la leña de mezquite, las hacían llorar.
Expresaron de una forma muy abierta, animosa y clara, con su clásica alegría de campo, como son las familias rancheras, que aunque no se acordaban con exactitud, cuántos años tiene la tradición, de reunirse cada año; al final de la cosecha de trigo, o lo que haya; sí aseguraron que tiene más 50 años, y es motivo de una jolgoriosa reunión familiar, misma que fue iniciada por su señor padre (QEPD), al finalizar la cosecha de trigo, que en aquel entonces era abundante, y hasta la fecha ha tenido sus altibajos, pero la familia Noriega Bracamontes siempre ha estado al pie del cañón, alimentándose con lo que la tierra y ganado produce, y que es el esfuerzo de tantísimos años y años de lucha, en la región de “La Calera”, para darles un mejor porvenir, aun y cuando el rústico rancho donde viven sus familiares de mayor edad, cuidan la siembra y animalitos propios de una ranchería.
Respecto a la forma de preparar el tradicional pozole de trigo, coincidieron las hermanas Noriega, que ellas dos no son las únicas que participan en la ‘comedera’, ya que otras parientes también se arriman para ver en que les pueden echar la mano y a juntar todo para la elaboración del culinario y tradicional platillo, desde un día antes, porque las ollas tienen que estar listas, muy pero muy tempranito, para atizarles lumbre, a las hornillas, que para cuando los invitados lleguen, lo hagan saboreándose, declararon las consanguíneos.
“Pero mientras eso pasa, loas decenas de plebes y jovencitos que se vienen desde un día antes a la reunión, ayudan también a limpiar y se pasean en las bestias, o bien salen a conocer los alrededores ya que muchos de ellos el ‘pechitero’ que dejan regado los mezquites, y también jugando competencia con rifles de diábolos, para que interactúen con sus familiares y, al mismo tiempo, conozcan la tierra que que a base de tesón forjaron sus tatarabuelos, tatas, papás o tíos, entre otra descendencia.
“Hay chamacos citadinos, en la actualidad, y me consta; que nomás los sacan a las orillas de la ciudad y los llevan al campo, no saben siquiera lo que es una lagartija”, apuntó Luz Alicia.
Precisó que lo importante es fomentar y estrechar los lazos familiares; y el amor por las comidas de nuestros ancestros, entre los que probablemente serán las futuras generaciones de la familia Noriega Bracamontes.
Por su parte, la señora Magdalena, resaltó que la principal idea de esto es que aprovechan la reunión para ofrecerle una ceremonia religiosa a San Isidro Labrador, y darle las gracias por permitirles sacar a flote la cosecha del año,.
“Y qué mejor, que con trigo en abundancia, que es la principal receta del pozole, el cual lleva también otros granos y verduras, para hacer más sabrosa la interacción de ingredientes nutritivos, entre la jugosa y tierna carne de un becerrito sacrificado justo unas horas antes de ponerlo al fuego, sin faltar las ya también tradicionales tortillas sobaqueras”, subrayó la señora Noriega, no sin antes especificar que, en esta ocasión, se acabaron las tres ollas del pozole, mientras que los ‘cruditos’ (otro día), añoraban el suculento y natural alimento emanado de, las raíces mismas de la tierra, como los quelites, choales y otros ingredientes comestibles, netamente de esta región”, concluyó, al agregar que es muy bonito ver la alegría irradiada de los asistentes cuando están ‘sombreando’ entre los mezquites, mientras unos comen; otros cantan improvisadamente y otros más bailan, máxime cuando alguien llega con los ‘taka takas’ y los más pequeños observando, a través del cerco, el ir y venir de los animales del campo.