Estudia entre cartón y plástico, menor que lloró con pastel

Tepic, Nayarit
Julio estudia en la Telesecundaria en la comunidad indígena Huaynamota, perteneciente al municipio del Nayar, Nayarit, la cual tiene apenas cinco aulas, dos de las ellas improvisadas por los docentes.
“Llegamos con la novedad de que éramos cinco maestras y nada más había tres aulas, entonces tuvimos que dedicarnos a buscar material para poder hacer lo hay aquí. Entre una maestra, el intendente y yo conseguimos las láminas de cartón para armar los dos salones. Nos trajimos los pizarrones que estaban para tirarse a la basura, los rehabilitamos y conseguimos las sillas; que quedaban en otros salones para acondicionar el aula”, explicó la docente Iris García.
En la telesecundaria Juan Escutia la pobreza se asoma por cada rincón, ya que no cuentan ni con lo más indispensable, pero además los menores estudian en un aula que como paredes tiene láminas de cartón y plástico.
“No contamos con una impresora para sacar material para los niños, no contamos ni con lo básico que es una televisión. Los libros que nos llegaron están incompletos hasta hoy”.
Para poder acceder a la educación, Julio y sus compañeros tiene que trasladarse de sus pueblos a la comunidad de Huaynamota, en donde viven en un albergue en el cual permanecen toda la semana sin ver a sus padres.
En el albergue se les brinda el desayuno y la cena todos los días, además de un espacio donde dormir y hacer su tarea. Hay reglas que deben cumplirse, a la tercera falta cometida, los niños son expulsados, situación que lleva a los menores a tener que caminar todos los días por horas solos entre el monte para poder llegar a la escuela sin importar los riesgos, lo que provoca que a corto plazo se rindan y ya no quieran continuar con sus estudios
“Las reglas son que se porten bien y que tengan buena calificación más que nada, tampoco está permitido el noviazgo”, sostuvo la encargada del albergue.
Las maestras aseguran que los menores son expulsados por faltas menores y eso pone en riesgo su integridad física.
Algunos de los alumnos que son expulsados son adoptados por las maestras quienes les dan de comer, para evitar que pierdan las ganas de estudiar, por lo que piden que no se tomen medidas tan estrictas con ellos.
Por lo caro del traslado y el tiempo que se emplea, las cinco profesoras, una de ellas embarazada, duermen en la escuela en colchonetas durante toda la semana, a veces sin agua, ni luz, por lo que en ocasiones han tenido que recolectar agua de lluvia para poder bañarse.
Pese a todo el esfuerzo, lo único que piden las maestras es que a estos niños se les brinde una oportunidad de tener una educación de calidad para que puedan tener un futuro mejor.
“Son niños que rara vez faltan, son niños muy responsables que abren sus ojos para aprender“, finalizó Iris García.
Luego de la publicación de la fotografía, Julio recibió varios regalos entre ellos, un balón de futbol, ropa y despensa de diferentes partes como Oklahoma y Zacatecas, lugares que fueron mostrados al menor en los mapas que la maestra tiene pegados con cinta en las láminas.