Luis Francisco Montero es un niño de 10 años a quien le amputaron nueve dedos de sus pies a causa de la rickettsia, enfermedad de la cual su tío Francisco Montero Palomino, también sobreviviente, quien llegó ayer martes a su casa en Agua Prieta, tras ser dado de alta en un hospital de Hermosillo.Ángel Montero, papá de Luis Francisco, contó que su niño enfermó de rickettsia y a causa de ello le amputaron los 5 dedos de su pie derecho y cuatro del izquierdo, quedándole únicamente el dedo ‘gordo’.Explicó que a causa de la rickettsia sufrió una grave disfunción orgánica del hígado y riñones, al grado de tener que realizarle diálisis.Detalló que otros órganos también resultaron afectados, ya que esta enfermedad produce hinchazón de todo el cuerpo, dejándolo casi ciego mientras estuvo bajo tratamiento.“A mi hijo los doctores del seguro Social de Hermosillo, le dieron tan solo el uno porciento de probabilidades de vida, pero yo siempre tuve mucha fe y logró salvarse”, recordó.Dijo que durante cuatro meses estuvo al pendiente de su hijo en la capital del estado donde aseguró recibió muy buena atención del personal médico.“Pero no puedo decir lo mismo del Seguro Social de Agua Prieta, porque aquí tuve que llevar entre seis y siete veces a mi hijo y los médicos me decían que no tenía rickettsia hasta que una pediatra lo vio y aseguró que sí estaba enfermo y me lo mandó de inmediato a Hermosillo”, destacó.Aunque al niño le amputaron nueve deditos, comentó que camina con equilibrio y hasta puede correr, “incluso ya recuperó completamente su vista y no necesita de diálisis”.En el patio de la casa de su infancia en avenida Primera Industrial de la colonia Ejidal Uno, Francisco Montero Palomino, quien ayer martes regresó apoyado por su hermano Ángel, indicó que la experiencia con su hijo le permitió atender a su consanguíneo.Francisco Montero Palomino, trabajador de la lechería Zaragoza y Yaqui, aunque camina tambaleante e inseguro, se encuentra en recuperación domiciliaria y agradeció a los médicos y a Dios que le hayan salvado la vida, que estaba consumiéndole la rickettsia.Junto a ellos, su papá, el señor Francisco Montero, una familia muy conocida y estimada en esta frontera, agradeció a Dios tenerlos vivos y sanos a todos ellos.