El calor extremo en Phoenix no solo afecta a la población en general, sino que también ha puesto en jaque a los centros de atención médica. En este caso, el Departamento de Servicios de Salud de Arizona (AZDHS) ordenó al Hospital de Conducta St. Luke que cierre sus operaciones a partir del martes debido a problemas de seguridad y clima, principalmente la falta de aire acondicionado en sus instalaciones.
La situación se tornó crítica el 9 de agosto, cuando el hospital reportó al AZDHS que el aire acondicionado no funcionaba. Un oficial del departamento llegó al centro ubicado cerca de la Interestatal 10 y la calle Van Buren a las 10 a.m. y encontró una temperatura de 99 °F en el vestíbulo. Ese día, la temperatura máxima registrada en Phoenix fue de 109 °F.
A pesar de que el hospital informó que estaba utilizando enfriadores para mitigar el calor, uno de ellos estaba fuera de servicio y los otros dos habían dejado de funcionar el día anterior a las 5 p.m. En el momento de la visita del oficial, 72 pacientes se encontraban en las instalaciones, 22 de ellos menores de edad (entre 5 y 17 años).
Un representante del hospital declaró que la gran mayoría de los pacientes fueron trasladados a otras instalaciones en las siguientes 24 horas. Además de los problemas con el aire acondicionado, el AZDHS encontró otros factores preocupantes que llevaron a la suspensión de la licencia del hospital. Los registros de mantenimiento del año pasado revelaron problemas con los sistemas de aire acondicionado, ascensores y equipos de cocina, sin documentación de reparaciones realizadas.
Los problemas de seguridad en la cocina incluían equipos fuera de servicio, pisos y superficies sucios, y varios alimentos destinados a los pacientes tenían al menos dos meses de caducidad, según los documentos del AZDHS.El AZDHS suspendió la licencia del hospital, lo que lo obligó a cesar sus operaciones. El centro deberá comparecer ante el tribunal el 29 de agosto para enfrentar las acusaciones.
El cierre del Hospital de Conducta St. Luke representa una grave pérdida para la población vulnerable que depende de sus servicios psiquiátricos, especialmente en un estado como Arizona donde la escasez de recursos en salud mental ya es un problema.