Gerardo López Barriga no se explica el por qué recibió tan brutal golpiza por parte de los uniformados.Soportando dolores en su cuerpo, sangrado en el oído, el ojo moreteado y con una herida de cinco centímetros en la ceja izquierda, Gerardo López Barriga de 25 años de edad y de oficio “Payasito”, no se explica el por qué recibió tan brutal golpiza por parte de tres elementos de la Policía Municipal.Entrevistado por Medios Obson en su casa en la colonia Beltrones, narró la amarga y salvaje experiencia que vivió la madrugada del pasado jueves 26 de noviembre cuando fue levantado por la unidad 138 en la calle Miguel Alemán y Náinari.Platicó que no puede dormir y cuando logra descansar sueña con la agresión cuando le taparon la cara con su propia camisa, lo esposaron, golpearon, le dieron toques y cuando vieron que estaba desmayado como muerto de una patada lo tiraron al dren “Bordo Prieto”, y fue cuando él despertó y se resguardo.Dijo que en ese momento la patrulla regresó como para verificar que ya estaba bien muerto y se fueron.Ha como pudo se levantó y agarró un camión pues ya eran las 6:00 de la mañana, llegó a su casa todo bañado en sangre y fue su mamá quien lo trasladó al Hospital General de Ciudad Obregón y pagó la atención médica.Su madre Elvia Barriga interpuso la denuncia pero nada ha pasado aún, no la han llamado por parte de la Procuraduría General de Justicia en el Estado (PGJE), donde puso la denuncia por agresión, por lo que el asunto fue también turnado ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).“Yo exijo justicia no es posible el ataque a mi hijo, él es bueno no es vicioso y me ayuda en los gastos del hogar, además de que no es la primera vez que los policías lo levantan para quitarle el dinero, los globos y dulces”, manifestó.Gerardo quien lleva 7 años viviendo de esta noble actividad de hacer figuras con globos para divertir a los niños por una cooperación de 5 o 10 pesos, ya quiere regresar a su actividad porque eso le da felicidad. Sin embargo, tendrá que esperar a recuperar su salud para hacer reír a los niños con sus ocurrencias y seguir con la venta de dulces que hace por las noches de la calle Miguel Alemán, de la Náinari y hasta la Guerrero.