La cultura y una noble causa se fusionan en esta magna presentación.En un ambiente de alegría y fiesta, el tenor Plácido Domingo le cantó a Sonora e hizo vibrar de emoción a las cerca de 20 mil personas presentes en el Estadio Sonora, quienes con su asistencia contribuyeron a recaudar fondos para construir un albergue para hijos de jornaleros agrícolas de La Costa de Hermosillo.Desde las 6:30 se abrieron las puertas del Estadio, que por esta ocasión se vistió de gala para recibir al afamado tenor, quien por alrededor de dos horas ofreció un concierto inolvidable en compañía de la soprano Ana María Martínez, el tenor sonorense Arturo Chacón-Cruz y la Orquesta Filarmónica de Sonora.El concierto inició a las 20:34 horas con la interpretación de la ópera La Fuerza del Destino (La foza del destino) de Giuseppe Verdi, presentada por la Orquesta Filarmónica de Sonora, seguida por Enemigo de la Patria, de Umberto Giordano.El mismo tenor dio la bienvenida al sonorenses Arturo Chacón-Cruz que cantó Cielo y Mar de la ópera La Gioconda, para continuar con la costarricense Ana María Martínez que interpretó Payaso.Plácido Domingo y Chacón-Cruz compartieron el escenario para interpretar Al Fondo del Templo Santo, de la ópera Les Pêcheurs de Perles, de Georges Bizet.La Viuda Alegre (Calle el labio) siguió en voz de Plácido Domingo junto a la soprano Ana María Martínez, para después continuar con El Amor Brujo o Danza del Fuego que desarrolló la Orquesta Filarmónica de Sonora.Entre el público asistente estuvo la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano, su familia y su madre, la señora Alicia Arellano, además de artistas, funcionarios y miembros destacados de la sociedad, así como miles de sonorenses que casi llenan el Estadio Sonora.Luego de una velada que se tornó mágica, el tenor Plácido Domingo se despidió entonando la letra de Sonora Querida, dejando un excelente sabor de boca y una casa hogar que beneficiará a los hijos de los más de 30 mil jornaleros que llegan a los campos del Poblado Miguel Alemán y La Costa de Hermosillo cada año, dándoles una esperanza a quienes vivían en condiciones de pobreza y marginación.